La Casa de Los Miedos, y su verdadera historia

Hoy retomamos uno de los misterios que más expectación ha ocasionado a lo largo de los años de vida de este blog. Un misterio del que se ha hecho eco decenas de páginas webs y programas de radio, y del que ha llegado hasta el punto de crear una verdadera trama de leyendas urbanas e historias paralelas, frutos del boca a boca y el transmitir del interés de todos aquellos, amantes de lo desconocido que, intrigados por el misterio que el lugar escondía en sus paredes,

han logrado llevar este caso que nosotros sacamos a la luz en primicia hace años a sites y webs internacionales. Estamos hablando de un caso insólito, que en la intimidad de una humilde familia que nos brindó su confianza y nos abrió las puertas a un misterio hasta entonces desconocido, una casa muy particular que guarda un secreto aún no descubierto, un inmueble del terror, una auténtica “casa de los miedos”.

Y es éste nombre por el que sus antiguos inquilinos y el pequeño pueblo que la acoge la conocía, fruto del sentimiento que nacía de vivir las experiencias que acontecían a todo aquel valiente que se alojara en su interior.

Este inmueble situado en un pequeño pueblo de montaña en el municipio de Santa María de Guía, ha sido testigo mudo del paso del tiempo y del terror que esconde, ha resistido hasta casi nuestros días de forma imperecedera. Lo que antaño era una pequeña casa de forma rectangular, de unos 80metros cuadrados, con un gallinero en la parte trasera donde se alojaba un pequeño trastero externo y un terreno de cultivo colindante con el que los antiguos inquilinos se ganaban la vida humildemente, hoy no es más que un recuerdo constituido por una estructura destruida casi en su totalidad, víctima del abandono.

Pero lo que hace que su historia sea perenne a día de hoy, es los horrores que sus habitantes sufrían en el interior.

Según el testimonio de la hija del penúltimo propietario, las calamidades que pasaron sus padres en la época en la que la habitaron les llevaron a buscar otra casa en la que vivir, a pesar su mala situación económica, fruto de la época de la transición, en la que canarias era una tierra dedicada en su mayoría a la agricultura donde el pueblo llevaba una vida laboriosa y dura.

Entre palabras de sentimientos encontrados y recuerdos de las palabras de sus padres, nuestra confidente nos narraba que al caer la noche, la casa se envolvía en un halo de negatividad e inquietud, acentuada por los fenómenos que acontecían a altas horas de la madrugada. En el cuarto, separado del resto de la casa por un simple tabique de bloques antiguos, se empezaban a escuchar pequeños golpes, como el caer de una gota desde el techo al frío e inhóspito suelo, que crecían en el eco de la soledad de la casa. Ella reconocía que, aunque en un principio les creó más curiosidad de pavor, el hecho de no encontrar explicación tras buscar el origen de los sonidos les llevó a la desesperación. “Era imposible coger sueño, toda la noche tac, tac, tac. Desde el otro lado de la pared, pero si ibas al otro lado, se oía desde donde venías, desquiciante!” nos asegura, como si el origen del sonido cobrara vida y se moviera por la casa, ocultándose de sus improvisados perseguidores y evitando revelar su identidad.

Pero esto no es más que una anécdota comparado con otro tipo de fenómenos que ocurrían en el lugar. Nuestra narradora nos cuenta que, en una ocasión, sus padres se despertaron al escuchar un tremendo escándalo en el gallinero, donde las aves parecían estar siendo atacadas, causando un gran revuelo. Su padre, ante la creencia de que le estaban robando sus animales, salió raudo al encuentro del indeseado visitante, llenándose de estupor y asombro al encontrarse que, al llegar al gallinero, tanto sus gallinas como sus palomas se encontraban durmiendo plácidamente, como si no hubiese ocurrido nada.

Estos fenómenos se acentuaban según pasaba el tiempo en que la familia vivía en la casa, llegando al punto en el que la sensación de sentirse vigilados y observados desde los alrededores del inmueble por alguien completamente invisibles les hizo plantearse buscar otra casa en la que vivir, a pesar de que sólo se podían permitir el bajo precio que pagaban en la actual.

Al preguntar en el pueblo, la joven familia se ve sorprendida por descubrir que, al igual que ellos, los anteriores inquilinos de dicho inmueble habían huido de los molestos fenómenos que decían ocurrir allí, historias que ya eran del saber popular del lugar.

“Después de unos años, los que vivieron después de mis padres también se largaron, les pasaban cosas todavía más raras, y nadie volvió a vivir allí”, sentenció nuestra testigo al final de la entrevista que humildemente nos concedió, y que dio lugar al nacimiento de una historia que a día de hoy ha cruzado océanos y fronteras.

En honor al recuerdo de los padres de nuestra valiente y aventurera testigo, quienes ya a día de hoy no nos acompañan para poder saber de primera mano sus experiencias en el lugar, visitamos la conocida “casa de los miedos” hace dos años con ella, que accedió a narrarnos lo acontecido in situ, y descubrir, junto a nuestros incrédulos ojos, que el abandono y la destrucción se han adueñado del lugar. Parece ser que el destino siempre quiso que la casa quedara en la más absoluta soledad, echando a quienes vivían en su interior para caer presa del olvido, un olvido que engulle los pocos resquicios de la verdadera historia de la temida casa situada en Guía…

Pero este es un olvido que este equipo, bajo la responsabilidad de haber sido los afortunadamente culpables de ver nacer su historia, nos negamos a aceptar, por lo que aún no está todo dicho, en la verdadera y trágica historia de “la casa de los miedos” de Guía.