Una frÃa mirada nos vigila, gélida, etérea, que desaparece al volvernos a mirar. Una presencia, silenciosa pero constante, nos acecha con parsimonia desde cada rincón de ese lugar que creÃamos seguro al que llamamos hogar. _Una experiencia desesperante digna de muchos guiones de pelÃcula red terror, pero que para algunas personas se convierten en una realidad aterradora, como en el caso que nos atañe a continuación.
La protagonista de ésta historia se llama Lilo, que vivÃa angustiada en su casa, incomprendida por quienes la rodeaban y atemorizada por quién no podÃa ver.
En el sur de Gran Canaria, dentro del bungalow H9 del complejo de “Los Porches”, residÃa Liselotte Norman, más conocida como Lilo, de 60 años de edad, en este idÃlico emplazamiento situado en Playa del Inglés.
Aunque vivÃa sola, ella se sentÃa acompañada por alguien que la acechaba en el interior de su casa, una presencia lúgubre que acompañaba sus horas de soledad en su domicilio. El poco apoyo que recibió de sus vecinos y el temor que vivÃa dentro de esas cuatro paredes fue tal, que sufrió una degradación fÃsica y mental tan espontanea que muchos pensaron que se habÃa vuelto loca. Presa de la marginación de sus más cercanos, empezó a darse a la bebida y las fiestas nocturnas hasta altas horas de la noche, costumbre que cogió a modo de placebo mental para escapar de la agonÃa que sufrÃa en su casa, de esa presencia que le acechaba, le susurraba en ocasiones, y que nunca la dejaba descansar.
Sus vecinos, que en un principio acudÃan a la llamada de socorro de Lilo, quién argumentaba que habÃan personas en su casa aterrándola, acabaron de darla por un caso perdido en la locura, ya que sólo ella sentÃa esas presencias que escapaban a la vista de sus vecinos, quienes calificaron el suceso como un ejemplo de pérdida de cordura extrema. Cómo ellos comentaban…”Lilo se ha vuelto loca”.
Según el testimonio de los propios vecinos, Lilo aseguraba que la sensación de angustia era insoportable, pedÃa ayuda a vecinos y recepcionistas del complejo, ya que veÃa esas figuras etéreas constantemente en su domicilio, presencias que no dejaban de susurrarle y agobiarla hasta el extremo que aseguraba que terminarÃan por llevársela al otro lado también a ella.
Pero de entre todas las historias que le comentaban las supuestas presencias, destaca una en concreto. Lilo aseguraba que veÃa cadáveres por las paredes que llamaban su atención hacia fuera, hacia el porche de su Bungalow, cuerpos sin vida que señalaban en la dirección del origen de su eterna agonÃa.
Estos comentarios hubiesen pasado desapercibidos si no es porque, en Octubre de 2005 y a petición de la propia Lilo, un operario remueve la tierra en su jardÃn en búsqueda de una averÃa en una tuberÃa, encontrando un misterio muchos más aterrador en el camino. Del interior de la tierra sacaron, con tremendo estupor para todos los testigos allà presentes, una serie de huesos de restos de cadáveres en unas bolsas, echo que se dio de bruces con la creencia hasta entonces implantada en el vecindario de que las historias de Lilo no eran más que fruto de su locura. La nueva pregunta que flotaba entre el misterio y la realidad era
¿De verdad Lilo habÃa vivido con la entidad que habitaba ese cuerpo? ¿Y a quién pertenecÃa esos huesos?
Varias fueron las posibilidades que se barajaban, aunque tras saberse que los huesos pertenecÃan a un varón de entre 40 y 50 años de edad al realizar el análisis de los restos, se fue estrechando el abanico de posibilidades. Aunque la autorÃa del crimen seguÃa sin conocerse, el cuerpo encontrado sin vida si empezó a cobrar una aparente identidad, ya que la descripción coincidÃa con una antigua denuncia que habÃan puesto por desaparición de un señor años atrás, de origen alemán al igual que Lilo, conocido por los vecinos del lugar, y que hace tiempo se habÃa evaporado sin dejar huella ni pista a sus familiares.
Los rumores comenzaron cuando alguien comentó que éste señor mantenÃa una cierta relación con Lilo, dando lugar a otras incógnitas. ¿Alguien acabó con la vida de éste señor y por celos lo enterró en el jardÃn de su amante del 9H? ¿Fue la propia Lilo quién acabó con su vida y lo enterró en su jardÃn, fingiendo después toda una fenomenologÃa para desvincularse de la posible autorÃa del crimen?, ¿O quizás el propio sentimiento de culpabilidad y mala conciencia llevaron al subconsciente de la presunta asesina a ver presencias donde no las habÃa por el terror que causaba en su interior la tragedia que ella misma acometió?
Los rumores comenzaron cuando alguien comentó que éste señor mantenÃa una cierta relación con Lilo, dando lugar a otras incógnitas. ¿Alguien acabó con la vida de éste señor y por celos lo enterró en el jardÃn de su amante del 9H? ¿Fue la propia Lilo quién acabó con su vida y lo enterró en su jardÃn, fingiendo después toda una fenomenologÃa para desvincularse de la posible autorÃa del crimen?, ¿O quizás el propio sentimiento de culpabilidad y mala conciencia llevaron al subconsciente de la presunta asesina a ver presencias donde no las habÃa por el terror que causaba en su interior la tragedia que ella misma acometió?
La única certeza es que esta historia perduró con el paso de los años, dejando aún más vivo si cabe el recuerdo de los fantasmas de Lilo.
Esta historia ha tenido tal repercusión en el tiempo, que incluso el investigador Francisco Pérez Caballero llevó a cabo una investigación del suceso para el programa Milenio 3 de Iker Jiménez, del cuál os dejamos a continuación el enlace para poder escucharlo desde una página externa.
http://archive.org/details/LosFantasmasDeLilo
2 Comentarios
Este caso tb salio en cuart milenio no?
ResponderEliminarUn caso muuuy interesante pero bastante antiguo ya,¿Para cuando casos nuevos?
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